Cráneo de un individuo masculino, de entre 40 y 50 años de edad, que está atravesado por un clavo de hierro, en sentido oblicuo, para sostener la cabeza y fijarlo sobre un muro o algún otro tipo de estructura. Este ritual era una práctica relativamente habitual entre los pueblos galos mediterráneos y las tribus ibéricas norteñas de la actual Cataluña. Estos, después de un combate, cortaban las cabezas de los enemigos vencidos y los transportaban hasta sus residencias, donde los exhibían, junto con sus armas, en las fachadas, porches o patios como trofeos de guerra.