Por fin la nueva burguesía acomodada, a merced de los nuevos descubrimientos y avances tecnológicos, pudo disfrutar en su casa de un confort hasta entonces inimaginable. El teléfono es uno de los inventos que revolucionaron la vida cotidiana en el hogar. Este nuevo aparato, atribuido a Antonio Meucci, permitía, a quien podía disfrutarlo, comunicarse desde casa con alguien que se encontraba a kilómetros de distancia, con solo pedir a una operadora de la centralita telefónica que marcara un número.