Los íberos de la costa del Maresme, los layetanos, conocidos a partir del siglo V a. C., ocuparon una serie de poblados a ambos lados de la Cordillera Litoral. Estos núcleos se mantuvieron hasta la llegada de los romanos, que fundaron una ciudad en el siglo I a. C. en la colonia griega de Emporion. En Calella, en la elevación conocida como la colina del Roser o del Mujal, había una población romana o villa dedicada a la fabricación de ánforas de vino.
El museo expone restos arqueológicos de diferentes periodos, aunque se centra en piezas íberas y romanas, como lucernas, ungüentarios, monedas y ánforas, algunas de ellas procedentes del yacimiento romano del Mujal. En este espacio se pueden ver desde piezas de tejedora del siglo II a. C., hasta un fragmento de dolia romana que servía para almacenar aceite o cereales. Precisamente de época romana, el museo exhibe un cepo de ancla, una serie de monedas y un ánfora que aún conserva la estampilla de fabricación y que procede del horno de ánforas del Mujal. Cabe hacer mención especial a la colección de recipientes de cerámica sigilada aretina, entre los siglos I-II d. C., de carácter temprano.