La sala o taulat funcionaba como espacio central y distribuidor del resto de habitaciones. Es la estancia más pública, donde las familias recibían a las visitas y mostraban lo mejor que tenían. Así, en la sala encontramos mobiliario y diversos bienes muebles que denotaban el estatus económico de la familia: la caja de novia, armarios, cómodas, la vajilla fina, el reloj..., así como una serie de elementos que provenían de otros lugares (como Andalucía, o Francia) y que no dejan de ser una prueba clara de que aquella gente estaba mucho más conectada con el exterior de lo que pueda pensarse, algo que rompe con la idea del aislamiento pirenaico.
En realidad, el comedor solo se usaba en las fiestas y cuando había invitados, ya que normalmente la familia comía, cenaba y vivía el día a día en la cocina.
Esta sala también servía como distribuidor de las habitaciones que la circundaban. Tanto el suelo como las paredes que componen el espacio son de madera, y se puede explicar por distintas razones: la madera aguanta más el calor, es un material económico y que se encuentra cerca e implica menos peso para la estructura y las vigas que soportan la casa. Después de todo, un buen ejemplo de sostenibilidad y adaptación ecológica.